domingo, 26 de julio de 2015

"La coneja surrealista" de Daniel Maguiña - Paolo Astorga

La coneja surrealista

La coneja surrealista
Daniel Maguiña
(Ediciones Altazor, 2015)


“La idea de magia es una idea animista, allí donde el movimiento es ternura y violencia, es color y magisterio de la imagen, Maguiña esboza su mensaje: La sensualidad que se imprime en el cuerpo que toma múltiples matices, que es, a fin de cuentas, un lienzo para decir la vida misma, el universo entero.


Escrito por: Paolo Astorga


La coneja surrealista (Ediciones Altazor, 2015) del poeta peruano Daniel Maguiña (Lima, 1984) configuran una poética fantástica donde las imágenes se enuncian desde tres elementos centrales: La fantasía, vista como un contemplar rescritural; la construcción de símbolos que conceptualicen el discurso (La coneja surrealista, el gato ludópata, etc.) y el erotismo como movimiento creador. El poeta construye un discurso donde los espacios cotidianos se transforman en un gran patio de juegos, en una infinita posibilidad para la expresividad. La idea de magia es una idea animista, allí donde el movimiento es ternura y violencia, es color y magisterio de la imagen, Maguiña esboza su mensaje: La sensualidad que se imprime en el cuerpo que toma múltiples matices, que es, a fin de cuentas, un lienzo para decir la vida misma, el universo entero:


INVENTARIO
“Porque ácido ribonucleico somos
pero ácido ribonucleico enamorado siempre”
Blanca Varela

NUNCA VI UNA CONEJA SURREALISTA, menos cubista o abstracta, tampoco a lo Mondrian y menos a lo Kandinsky. Más bien creo que tus orejas tienen un aire a girasol de Van Gogh, pintadas de prisa como de­cía Gauguin. Tu cola pom pom es una travesura del dibujante, tus ojos chinos par de saltamontes, mon­dadientes van saltando a tu ritmo cogiendo las acei­tunas.
¿Y qué me dices de Piqueras? Tu ropa puede ser así, con formas geométricas. También he pensa­do dibujarte un sillón Sócrates "solo para conejos" para tener cerca a Vitito Humareda. Creo que es­tamos claros en que todo tu pecho es un Miró y tus pies y tus besos de periquito son la vanguardia del Che, eso ni dudarlo.
Te he puesto unas surreales bisagras para el movimiento Picasso, es ahí donde te sale lo cubista, en el movimiento.


El surrealismo es lo multisígnico, la posibilidad irracional de lo sugerente. La realidad, en este intenso libro, siempre son fragmentos desperdigados, disparadores del ensueño. Podemos observar que una imagen o un movimiento (el movimiento amoroso de un beso) pueden llevarnos a constituir un universo, hacer de las palabras un decir que intenta fusionar lo cotidiano con lo fantástico: La vida misma como un gran rompecabezas que se actualiza, que cobra nuevos brillos, nuevos matices:


La luna se cayó al mar y rebotó
como rebotan las mejores lunas.

Nos besamos, como dos personajes de Campanella en la puerta de tu casa, con tus ojos caramelo Monterrico de madrugada y con niebla.
He sentido cómo se reinterpreta el surrealismo en tus labios, la forma cómo se suspende un atleta cósmico de tus cabellos, la complejidad de un sim­ple movimiento.


Pero hay algo de lo que el poeta no puede escapar: El amor. Este sentimiento universal es Eros y un interminable darse. La magia nuevamente es un estado que realza la realidad, un medio para levantar de los escombros de lo habitual a la belleza de la multiplicidad. Poemas como “Coneja Zen” es fiel reflejo de ese deseo del poeta por negar lo cotidiano y asumir la postura universal de la trascendencia:

CONEJA ZEN

AHORA TE HAS HECHO CONEJA ZEN O TE VAS A VOLVER.
Serás como una flor con orejas de conejo, ca­minando con un equilibrio de malabarista, entre el fuego y la nieve.
Repasando a Matsuo Basho, te sentirás una garza sobre el lomo de un hipocampo, debajo de una gota de agua o encima de un ave montada de pronto, a vuelo, con un enorme sentido de elocuencia y dirás como quien no quiere, que la posición de los planetas y los lunares es tan necesaria como la posición Za Zen.
Y te digo que te amo con o sin el Zen, las leyes de mi amor nada tienen que ver con el control de tus impulsos. Creo más en la lógica de la pasión, en todo caso, la que nos vuelve animales sutiles, aquella lógica que me hace verte así de coneja, con tu esencia y tus trivialidades.
Zen o no Zen.

Y sin embargo, el libro nos deja su huella amorosa. El amor es una constante transformación, un encontrarse, un anhelo de fusión. El poeta juega a ser otro, a crear la fantasía del movimiento perpetuo. El secreto de estos poemas está en el ocultamiento y en el mostrar a la vez. Pero sobre todo, el poeta, intenta ser como un chamán, que anima (o reanima) un mundo depredado por lo unívoco, por el orden de lo habitual. La naturaleza es, pues, vitalidad para la realización del amor. Poemas como “Mujer Árbol” dan fe de ello:

MUJER ÁRBOL

A menudo, la mujer es un frondoso árbol de olivo, su vientre y sus manos se conectan a la tierra. Da ga­nas de pasear con una mujer frondosa, con la copa llena de aleros y teatinas. Ir de su mano por el ca­mino de cemento pulido, mirar las casas antiguas donde seguro hay canarios leyendo el periódico de domingo. Tomarla de la cintura debe ser una sen­sación comparable a la de coger aceitunas de una nube cirro. Qué ganas además de llevarla a mirar el mar, dejar posar sus pies un poco más allá de la arena. Sus pies llenos de hojas verdosas y caducas.

El erotismo en este libro es un trabajo quirúrgico. Las palabras no deben solo decirse, sino deben ser el medio para la excitación de los sentidos. Cada palabra debe ser vida o no ser nada. El poeta lo sabe y por eso al construir sus metáforas no solo dota de un sentido carnal a sus poemas, sino que intenta una bifurcación hacia la naturaleza (oh, diosa fecunda de significaciones), para convertir el acto amoroso, en un acto universal.


“Los ojos lamen el temblor de los senos”
Poemas simplistas, ALBERTO HIDALGO

TE BESÉ LOS PEZONES con una sabiduría dulce, con un botecito rodando por tus tetas, tu cuerpo estaba invadido de veleros en marea baja con vientos en aceleración. Te toco con paciencia, con detalle, con disciplina.

Te hice el amor con todo el mar dentro de ti.


Hay algo más. La tendencia de dibujar es la creación de las imágenes del todo. El poeta siempre quiere ser el todo, lo absoluto. Porque la vida es el perfeccionamiento de la mirada, la colección de las figuras y sobre todo el vencer la realidad que nos imprime su melancolía, su dictadura de grises y pixeles sin significados. El poeta es, antes que todo, un visionario, un perfeccionista de las contemplaciones:

FIJACIÓN

Es el sonido, la fuerza de gravedad contra el piso. Todo empieza por los pies, el color de sus uñas, el compás que lleva una pisada con otra. Empieza por un sonido dependiendo de la distancia, la frecuencia de los pasos sobre otros se escucha nítido cuando alguien se va despacio.
Es preciso empezar por los pies, adornarlo con velas y carabelas, estar dispuesto a caminar sobre un barquito y dejarlo todo. Hay zapatos de taco alto, de taco bajo, zapatos que me producen zapatos. No tiene que ver con quien los use, puede usarlos un grillo como una garza o un paraguas y se escucharía igual. Los zapatos son femeninos y esto es impor­tante, hablo de pies, sin un cuerpo, sin pronósticos de lluvia, sin excesos.
Y es que debe haber algo más profundo que solo una fijación de formas y mecanismos y torsio­nes de pies solitarios. Debe ser psicológico, involun­tario, como un hipo, un taco acercándose a la boca. Un zapato tiene movimientos autónomos o al menos eso es lo que pienso.
Mi fijación es más profunda. Debería recordar las últimas veces que vi zapatos, que los escuché, recordar los momentos exactos, y es que un zapato es casi como un reloj si lo sentimos mecánicamente. Debería hacer memoria, enumerar por orden crono­lógico, alfabético y hasta por orden de llegada.
Zapatos que sobrevuelan salas y comedores, que atraviesan los bares, que bailan en las profundidades. Zapatos de coral. De maquillaje, de cartera, zapatos que no hagan otra cosa que sonidos.

Y es que este libro reafirma la vida entre colores, entre imágenes, entre viñetas de un mundo indiferente. La vida es siempre la posibilidad de crear. Es una tendencia dadora, es una actualización de los inicios. Eternos Big Bang y, por supuesto, una nueva historia. El poeta entonces vuelve a volcar sus imágenes sobre esa mujer amada que es su medio de trascendencia, pero esta vez la referencia es distinta. El Eros ha cumplido con multiplicar el amor, con acrecentar el misterio y la magia. Una mujer embarazada es la santidad de lo perfecto, la fusión absoluta.

I
BOTERIANA

UNA EMBARAZADA puede ser un lindo invento de Bote­ro, la madriguera de los hombres que se proyectan a ser hipocampos, el lugar donde comienzan las ga­laxias. Sugiero a los hombres imitar a los hipocam­pos, a cada uno volver a sus respectivos úteros para no generar decepciones.
Cuando una embarazada pasa por la calle, no es solo ella la que está pasando, pasan todas las mujeres hasta las que antecedieron, las abuelas de las abuelas. Es preciso hacer reverencias ante una mujer que tiene el futuro de los hipocampos en el vientre y no solo eso, también es preciso elevarlas a categoría de santas milagrosas y hasta mártires.
Botero se lució si fue él quien le dio forma a las embarazadas y si no, habría que buscar a quien se le ocurrió la gracia.


¿Y qué decir de la ciudad? Para el poeta es lienzo. No decir lo mismo. La ciudad es un cuadro para intervenir, es un gran cuerpo enfermo al que se debe revivir. Objetos tan simples y casi imperceptibles al ojo posmoderno que viaja a mil kilómetros por hora, al cuerpo que se ha encariñado con sus prótesis, a las palabras que buscan la técnica antes que al ser, son transformados bajo el manto mágico del poeta que nos muestra una visión diferente de Lima. Porque esta ciudad “Es el mejor lugar para estrellarse de un orgasmo con la realidad.”

LIMA

EN LIMA HAY EDIFICIOS construidos con hojas secas, puentes que sobrevuelan la Costa Verde hechos con alas de insectos matutinos. Se construyen escaleras sobre las nubes, donde se ha invadido hasta el límite último. Las viviendas multifamiliares han sido arrancadas con violencia de las macetas. El órgano sexual de la ciudad pasa temporadas invernales junto al malecón, junto a los ciclistas y paseantes. Es el mejor lugar para estrellarse de un orgasmo con la realidad.

En suma, La coneja surrealista es un libro intenso y diferente. Su deseo por ser conceptual y sobre todo el buen manejo de los dibujos y los poemas perfeccionan las significaciones. Este es un libro para soñar, un libro para intentar reproducirse como escaleras infinitas que van hacia el infinito de las imágenes. El poeta ha pensado en el juego como la posibilidad para dejar una huella vital en la frialdad de lo ya dicho. Poesía fresca y tierna, intensa e ingeniosa es la que se podrá encontrar en este viaje geométrico, en este intento de paraíso, en este testamento de vida que el poeta nos invita a recorrer con las alas de Ícaro, con la sensualidad del que anhela un auténtico escape hacia su propia realidad.

1 comentario:

  1. Estupenda reseña que, sin duda, invita a leer el libro "La coneja surrealista". Todas mis felicitaciones, amigo Paolo. Un abrazo desde Madrid.

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