miércoles, 5 de noviembre de 2014

"Camping en el país de las maravillas" de Rebeca Urbina - Paolo Astorga

Camping en el país de las maravillas





Camping en el país de las maravillas
Rebeca Urbina
Carpe Diem, 2014


Camping en el país de las maravillas (Carpe Diem, 2014), de la poeta peruana Rebeca Urbina (Lima, 1983) nos introduce desde un discurso descriptivo y confesional a un mundo plagado de nostalgia y simbologías de la vida cotidiana. Existe en cada poema una reflexión frente a las cosas y su significado a partir de la interacción con las mismas. Esta interacción hace que los poemas de Rebeca se conviertan en oberturas existenciales donde cada experiencia perfila el mundo interior y configura una conciencia integradora. La primera parte del libro Casa en el árbol, se nos muestra desde las experiencias del mundo familiar de la infancia. La intimidad es un signo explorado a lo largo de este apartado. La intimidad es un lugar para extraer la textualidad de la poesía. Un ejemplo de ello es el poema “Arché” donde el nacer se nos presenta como una experiencia angustiante pero asombrosa, un arrojo al mundo como una forma simbólica de iniciación, donde el mundo es, al fin y al cabo, un encuentro con el azar que construimos y del que, paradójicamente, intentamos huimos.

¿Con qué derecho me exiliaron al escalofrío?
Tomaron fotografías sin hablar con mi agente
¿Por qué ponerme de cabeza y darme palmaditas?
Exponerme desnuda en una caja de cristal
Esto es un rapto. No cabe duda.
No sé dónde estoy ni adonde iré a parar
No sé si volveré a ese hotel de cinco estrellas
Rompieron el camino frente a mis ojos.

Esta travesía poética nos muestra una serie de escenas donde la poesía es esencia de las reminiscencias, del recuerdo que es frugal y efímero. Sin embargo, su vitalidad radica en la exploración de las cosas que rodean esos recuerdos. El cuestionamiento, la reflexión que acrecienta los significados. Por otro lado los poemas alternan dos realidades: la realidad real donde los objetos y los deseos se mueven en un mundo de desesperanza, frustración y desilusión y en otro mundo fantástico, donde la inocencia se sostiene en la ignorancia, en la majestuosidad de la pureza, que sin embargo, crea un choque, una ruptura entre el conocimiento y la frustración de los deseos. Un ejemplo  es el poema Turbulencia.


Tengo ocho años y un soplo al corazón.
Nos lo dijo el doctor de bigotes antes del viaje a Cusco.
Yo lo sabía hace tiempo, pero nunca dije nada.
La primera vez que lo sentí tenía cinco años
Mamá metió mis juguetes en cajas
“dale un beso a tu papá”
Besé su cachete mojado y sentí el aire frío
en la garganta   en el corazón   en la barriga.
En el taxi volvió el soplido: “tu papaya no te quiere”
Yo empecé a golpearlo con mi puño para que se calle
Un domingo en casa de papá vi a una señora de pelo teñido
y sentí como si una corriente helada me estuviera arrancando
el corazón.
Felizmente no lo logró, no sé dónde conseguiría otro.
Algunas noches en el camarote el corazón empieza a silbarme.
Yo lo sobo suavecito para que no despierte a mamá.
Mis padres dicen que los problemas son cosas de grandes.
Yo creo que son como soplos al corazón.

La ficción, la fantasía, funcionan como elementos mágicos frente a la cruda realidad que nos hace entender la vacuidad de nuestra existencia. La poeta lo sabe, por ello, nos muestra esas heridas en un ánimo de formarnos una imagen de las vivencias íntimas y salvarlas de la desolación a través del lirismo. Expresar con la metáfora la vida familiar, sus matices, contraposiciones y belleza. Un ejemplo de ello es el poema “Fotografía de alcoba familiar” cuyo lenguaje está muy relacionada a la de la poeta Alessandra Tenorio en Porta / Retrato, un mirar hacia atrás con ojos de nostalgia donde la experiencia vital es una veta para la creación poética frente a las iniquidades del presente.

En la siguiente sección denominada Del amor y otros estropicios, el discurso se configura más cercano a las relaciones amorosas y a la frustración como materia para la creación. El amor es un escape, un estado de antisoledad. Poemas como “Parque Kennedy” nos muestran las primeras experiencias amorosas y su frustrante brevedad. El amor como un anhelo inhallable, como violencia y conocimiento, son para la poeta instantes donde la palabra se hace cumbre y necesidad:

Leía a solas en una banca del parque y sentí que alguien se acercaba.
Apenas levanté la mirada, ya estaba a mi lado.
Un gato con larga cola a rayas y mirada desafiante.

Había muchas personas en el parque leyendo, dibujando, riendo, pero me eligió a mí.
Había muchos gatos en el parque, retozando, durmiendo, maullando, pero entre todos lo escogería a él.

Los primeros minutos se mostró receloso, daba pequeños pasos por la banca, ojeaba mi libro como si no le interesara, se erizaba en señal de alerta.
Poco después empezó a acurrucarse en mis piernas, a lamer mis codos y hasta a rascarse con desesperación, tirándome encima sus pulgas. No lo regañé, si aceptaba sus ojos hipnotizantes, también aceptaba sus plagas.

Intercalaba la lectura de mi libro con los planes a corto plazo: Cómo convencería a mi madre para que lo acepte en casa, en qué parte de mi cuarto podría dormir, si le gustaría más la leche entera o la descremada.

De pronto sentí frío y volteé a acariciarlo. El bellaco ya no estaba ahí. Me había abandonado con imperceptible frialdad. A lo lejos lo vi contornearse seduciendo a su próxima víctima.

Veleidosos son los gatos y sus apegos, pero siempre habrá suficientes en el parque.

En la tercera y última parte denominada Archipiélago, el discurso se centra en la pérdida de la inocencia y la insatisfacción ante el dolor y el tiempo. La incomunicación y la frustración son motivos de los poemas que aquí se presentan. La soledad y las miserias, temas que se tocan en este apartado, expresan la naturaleza y la vida que discurren como música suave por el verbo. Sin embargo, es en esta parte del libro donde hay un despojo de la metáfora entreverada y se abre paso a un tono muy profundo y confesional. Quizás el poema mejor logrado de este apartado es “Marina”, donde podemos observar a modo de suma poética la necesidad de darle un significado a la vida y al tiempo. Vemos que en la confesión, en la narración de lo vivido, se nos muestra la belleza y su arrogante veleidad.


Entre la arena
busco las curiosidades marinas
más perfectas. Mis manos se pierden,
se ensucian, se refugian. Son muchos corales
y tengo sólo dos manos. Los revuelvo. Los escojo.
Los estrujo. Los desprecio. Los pierdo. Sé que no
puedo estar eternamente mezclada con el mar.
La orilla me llama, me mira, exige mi regreso.
Cedo a su imponente autoridad. Cojo mis
riquezas y emprendo el doloroso
camino sin mirar atrás. La perla preciosa sigue escondida en la arena.


En suma, Camping en el país de las maravillas es un poemario muy original y con grandes cuotas de lirismo. Una invitación al disfrute y a la reflexión desde una filosofía de lo cotidiano. Es un libro vivo y con una gran luz que intenta hacernos rememorar ese tiempo que no vuelve, sino que se reconstruye  interminablemente en nuestros gastados corazones.



Paolo Astorga


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